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sábado, 22 de octubre de 2011

Una y otra vez...

Sus ojos de estrella perseguían mi mirada con una inmensidad de firmamentos. Apartarme de aquella mirada profunda hubiera sido como caer a un precipicio. 
Fue en aquel momento cuando supe que por el escalaría montañas y montañas, y que siempre llegaría a la cima. Porque andaba buscando aquella mirada desde hacia tiempo.
Pensamientos del pasado revoloteaban como una mosca en mi cabeza, haciéndome estremecer del dolor. Fue ahí cuando tuve miedo, miedo por si aquella mirada no era la que yo buscaba, miedo por si al final todo salia mal. 
Pero comprendí, que si aquella mirada era infinita hacia mi, mi corazón seria infinito hacia el y esa es la razón por la que ahora estoy encerrada en un bucle sin salida en el que mi corazón da cuatro vuelcos todos los días, y mi mente funciona 25 horas al día imaginando su boca. Y respecto al miedo, aun sigo sintiéndolo, pero por perderle a el.