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domingo, 13 de febrero de 2011

En medio de la inseguridad, de la desgracia, de la desesperación y la inquietud, del estrés, de gritos y escupitajos, estaba yo pensando en como llegaban las nubes tan alto. En como podían subir sin ningún esfuerzo a donde tenían que llegar.

Mi pelo y mis vans se llenaban de arena , haciéndome sentir un leve cosquilleo en los pies y en la cabeza. 
Agudicé mis sentidos.
El rugir del mar, su olor y la intensidad del sol, hacían que me muriera del placer. Hacia buen tiempo y ya era hora de que lo hubiera.

A lo que iba contando, nubes, nubes y mas nubes. Nubes volando por aquí, nubes volando por allá, nubes de unas formas, nubes de otras formas. Pero nubes, simplemente nubes. Unas cosas esponjosas hechas de agua. Unas cosas que no sabia porque pero me gustaban y me hacían sonreír.

Ellas podían cambiar a la forma que quisieran, podían volar a donde quisieran y nadie les decía lo que tenían que hacer. 
Tenia ganas de ser una nube. No por volar. No por estar hecha de agua. Sino por hacer lo que me diese la gana. 
Se que era algo precipitado, se que de mi cabeza salían muchas locuras en ese momento y se sobretodo que hacer lo que quisiera hacer en todo momento a veces no era bueno, pero justo en ese momento, justo en ese instante, en esos minutos, en esos segundos... simplemente tenia ganas de hacer lo que yo quisiera.

Después de ir recolectando trozitos de mi mente perdida, me fije en el cielo. 
Estaba gris, quizás negro. 
Una gota callo en mi mejilla. Me cague hasta en los aviones de papel en ese instante. Se había acabado mi majestuoso buen tiempo.
Suspiro tras suspiro busque un sitio donde la lluvia no llegara y allí viendo caer gota tras gota desde las nubes, allí me di cuenta que ellas tampoco podían hacer lo que quisieran. A veces se llenaban demasiado y sin querer tenían que descargar. Allí me di cuenta que nadie podía hacer lo que quisiera en todo momento. 

Que la vida tenia que tener esos altibajos que daban esencia.

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